La trata es una realidad compleja y diversa que requiere muchas competencias para su abordaje. En el Proyecto Esperanza llevamos años trabajando juntos, coordinando a profesionales de distintos ámbitos para lograr la respuesta interdisciplinar que este fenómeno necesita.

En el equipo nos reunimos educadoras, trabajadoras sociales, psicólogas, abogadas, técnicos de gestión y de comunicación para poner en común todos nuestros saberes al servicio de la misma causa. El bagaje de cada profesional es distinto y por eso necesario, para cubrir las necesidades de las mujeres. Aunque las disciplinas sean distintas, el hilo que nos une es el mismo: un compromiso profundo por los derechos humanos de las mujeres por las que trabajamos.

Motivaciones y experiencias como educadora social.

“Me llamo Alicia Sierra, soy educadora social, estoy enamorada de mi profesión y vocación. Pienso que ser educadora social aporta unos valores a la intervención basados en justicia social, horizontalidad, respeto mutuo y sobre todo un aprendizaje constante de todas las personas con las que convivimos en un recurso residencial. En mi caso, al trabajar con mujeres supervivientes de trata y procedentes de diversas culturas, he aprendido la simbiosis entre la identidad cultural y la inclusión en el país de destino, lo que es la verdadera resiliencia, la importancia de los pensamientos positivos, la alegría y el buen humor en la cotidianidad, y sobre todo lo que más valoro es el sentido de pertenencia y de comunidad entre las profesionales que estamos con ellas a diario y las mujeres que nos permiten formar partes de sus vidas. Son sensaciones que difícilmente se pueden explicar sin haberlas vivido, me siento muy afortunada por poder trabajar en lo que me apasiona”.

“Desde el servicio de intervención social una de las mayores motivaciones que tenemos como equipo en este trabajo es poder asistir y acompañar los procesos de inclusión social de las mujeres siendo testigos de sus avances y logros dentro de todas las dificultades y también sufrimiento que han vivido”

El punto de vista desde Gestión

Raysa, del equipo de gestión, nos comparte que: “Formar parte de Proyecto Esperanza significa formar parte de un equipo que fomenta cambios sociales para el bienestar de las mujeres que han sufrido violencia. Cuando pienso qué es Proyecto Esperanza, lo defino con estas palabras: entrega, servicio, empatía, amor, paciencia, complicidad, seguridad, humanidad, derechos y justicia. Doy gracias a Dios por formar parte de esta familia que me ha enseñado el valor de las cosas, que tal vez para mí eran pequeñas, pero para otras personas pueden ser un todo. “Ellas tienen de Derecho”

La salud integral como un eje estratégico para la Responsable del Departamento

Iskra es una de las psicólogas del proyecto, nos dice que “Acompañar procesos de recuperación de mujeres que han sufrido violencia extrema, como es la trata con fines de explotación, constituye un trabajo que implica un alto compromiso, humanidad y fortaleza personal. Considero un privilegio el estar con las mujeres y tener la oportunidad de escuchar sus historias, sus anhelos y sus sueños, pues junto al profundo dolor que experimentan, muestran la grandeza humana de la esperanza y la convicción de que la vida se puede transformar.

Las mujeres trabajan día a día por superar sus temores, luchan por conseguir sus objetivos, trabajan por ellas y también por sus familias en sus países de origen. Ellas son un gran ejemplo de resiliencia y coraje. Me enseñan e inspiran, me transforman personalmente y a su vez, me comprometen a intentar siempre hacer lo mejor posible. Pero muy especialmente, me impulsan a trabajar por ser cada vez una mejor persona en todas las dimensiones de mi ser.

Algo que he aprendido a lo largo de estos años, en los múltiples encuentros con diferentes mujeres de diferentes orígenes y culturas, es que un encuentro con respeto y honestidad, donde se brinda aceptación incondicional y se aborda desde una igualdad real, es sanador y engrandece. Pero no sólo favorece la recuperación de las mujeres, también es una oportunidad para mí como psicóloga de poder crecer y evolucionar.

Por todo lo anterior considero sinceramente, que trabajar acompañando procesos de recuperación de las mujeres supervivientes a la trata con fines de explotación es un regalo de la existencia, un privilegio y una oportunidad de aprendizaje y desarrollo continuo.

Somos un equipo de 25 profesionales que trabajamos de forma coordinada e interdisciplinar, adoptando una perspectiva de derechos humanos, intercultural y de género. Procedemos de distintos ámbitos, para ofrecer un apoyo especializado a cada superviviente como abogadas, psicólogas, trabajadoras sociales, educadoras sociales, administración y gestión, etc. Puedes conocer cómo nuestro equipo y descargar el organigrama.

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