En febrero de 1999 varias Adoratrices, entre ellas Carmen Cañellas, Aurelia Agredano y Luisa Velázquez, e Isabel de la Peña, que trabajaban apoyando a mujeres en situación de exclusión en contextos de prostitución, tomaron conciencia del gran cambio que se estaba produciendo con la llegada de numerosas mujeres latinoamericanas. En este contexto entraron en contacto con Fanny Polanía Molina, una mujer colombiana, experta en la atención a mujeres víctimas de la trata que había trabajado en el tema en Holanda y en Colombia. Fanny consciente de que la trata de mujeres se estaba produciendo en España, sin que esta realidad se estuviera detectando ni abordando estaba trabajando con un grupo de voluntarias, entre las que estaba Marta González, para poner en marcha un proyecto para proporcionar apoyo a mujeres latinoamericanas víctimas de este delito, mayoritariamente con fines de explotación sexual, en España.

Las Adoratrices y este grupo de voluntarias unieron sus esfuerzos, conocimientos y experiencia para visibilizar esta realidad y ofrecer un apoyo adecuado a las mujeres que habían sufrido este grave delito. Durante varios meses realizaron un análisis de la realidad y mantuvieron las primeras reuniones con las Fuerzas de Seguridad, Policía Nacional y Guardia Civil e instituciones públicas y entidades privadas, para conocer a fondo la situación y las necesidades a las que había que dar respuesta. Tras constatar la falta de conocimiento del problema y la ausencia de recursos y de una respuesta adecuada a las víctimas de este delito pusieron en marcha, bajo el nombre de Proyecto Esperanza, el primer recurso de acogida especializado para mujeres víctimas de la trata en España, asumiendo también una labor de información, sensibilización e incidencia, para dar a conocer el fenómeno, formar a los/las profesionales y formular recomendaciones y propuestas.

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